Desde 2002 en el municipio de Les Avellanes-Santa Linya (Lleida) venimos excavando en Cova Gran, un enorme abrigo que se extiende por 2500 m2 protegido bajo una bóveda de 30 m altura. Localizado en una barra caliza de las primeras estibaciones del Prepirineo a 385 m snm, preserva una impresionante secuencia arqueológica que abarca desde el Paleolítico Medio hasta la Prehistoria reciente. Especialmente interesantes son las diversas fases atribuidas al Paleolítico Superior que señala la presencia de Homo sapiens a lo largo del Último Ciclo Glacial.
Como no podía ser de otra forma, los restos humanos identificados el año 2019 supuso una inesperada sorpresa. Durante varios años estábamos excavando en el Sector V, una superficie de 9 m2 del abrigo en la que se sucedían niveles arqueológicos cuya atribución cultural no podía reintegrarse dentro de lo que conocíamos del abrigo. Tras 20 años de excavación habíamos detectado un periodo hasta el momento desconocido dentro de la secuencia cronocultural establecida para este yacimiento.
A dos metros de profundidad del actual suelo, se estaba desescombrando un área poco prometedora conformada por una potente sucesión de bloques desprendidos de la visera del abrigo, y el registro arqueológico recuperado era escaso y poco diagnóstico. Estas piedras configuraban un recinto que estaba cerrado por una barra caliza vertical de dimensiones métricas que recubría un lado del sondeo y cuyo volumen aumentaba a medida que descendíamos en esa zona. Este pequeño espacio en el que apenas cabían dos o tres personas no facilitaba el avance en los trabajos de campo.
Pese a estas dificultades, el hallazgo de una falange y una rótula identificadas como humanas, advertía que se trataba de una zona especial, sospecha confirmada al aflorar varios metacarpos y carpos de lo que era una mano desarticulada. El interés de esta zona aumentó al toparnos con dos diáfisis difíciles de identificar a primera vista, que correspondían con dos fémures, uno de ellos conectado a un amasijo óseo que resultó ser una pelvis fragmentada.
Estos restos redimensionaban el significado del hallazgo. No eran huesos aleatoriamente dispersos, el conjunto conservaba cierta coherencia esquelética que correspondía con un esqueleto humano en posición decúbito supino –extendido sobre el suelo y boca arriba– dentro de un receptáculo natural que parecía intencionalmente elegido. Este hallazgo sugería que podíamos estar excavando una posible sepultura.
Posteriormente, aparecieron dos fragmentos de tibia semidesarticulados, adyacentes a las diáfisis de los radio-cubitos. Nos intrigaba la escasa visibilidad del esqueleto axial, aunque algunos fragmentos aislados de costillas y vertebras, al igual que la llamativa ausencia de la mandíbula, restos dentarios y del cráneo, aunque se recuperaron varios fragmentos del neurocráneo.
¿Quién es Linya?
Antes de interrogarnos sobre a quién pertenecían estos restos nos percatamos de que la fragilidad y la mala conservación de estos restos no facilitaría su estudio. Durante su excavación debieron someterse a una intensa consolidación para asegurar su extracción segura. Estos cuidados no se acababan aquí. Antes poder manipularlos, en el laboratorio sufrieron una delicada reparación para limpiarlos de sedimentos adheridos. Sin estos trabajos, realizados por restauradoras profesionales, no era posible proceder a su examen.
Tras superar estas dificultades se podía evaluar el significado de unos restos óseos muy frágiles. Los huesos largos –componente significativo del conjunto– raramente conservan las epífisis, y en las diáfisis se aprecian múltiples fisuras longitudinales y transversales que indican el estrés ejercido por el sedimento y la intensa acción de raíces sobre los restos, confirmando que habían sufrido mucho en el yacimiento.
Se han recuperado 120 restos, destacando las diáfisis de los huesos largos de brazos y piernas muy fragmentados. Varias porciones del neurocráneo, la caja torácica y columna vertebral, aunque presentes estaban subrepresentados. La ausencia de epífisis en los huesos largos dificulta determinar la altura, edad o sexo de esta persona, y a partir de las diáfisis estás indicaciones no son muy diagnosticas debido a la variabilidad que presenta nuestra especie. Sin embargo, se confirmó que todos los huesos estaban epifisados y correspondían a un adulto. La morfología de la pelvis permitía determinar que se trataba de un individuo femenino, aunque la mala conservación de la sutura pélvica impedía determinar si era joven o adulta. Esta asignación sexual es concurrente con la grácil constitución de las diáfisis y el tamaño de carpos, falanges o las patelas.
Su estado de conservación dificulta avanzar en indicadores relacionados con su calidad de vida o implicados con su muerte. Sin embargo, la morfología de la tibia, muy estrecha, define a una persona habituada a realizar marchas prolongadas. Algunos traumas menores en varios huesos largos implican accidentes sin aparente riesgo vital, y refuerzan la imagen de una persona con altos niveles de actividad física que acumula pequeños accidentes a lo largo de su existencia.
La ausencia de repeticiones entre los huesos señala que corresponden a un único individuo. La fosilización y concordancia de proporciones entre los huesos, así como la homogeneidad del contexto en el que se recuperaron avalan esa atribución a una misma persona que a partir del tamaño y gracilidad de las diáfisis, especialmente del fémur, señala a una mujer menuda. Sintomáticamente, este rasgo ha sido destacado en otros restos atribuidos a mujeres de Homo sapiens del Paleolítico superior. Estos elementos nos llevaron a denominar a este esqueleto como Linya.
¿Cuándo murió Linya?
A partir del contexto arqueológico no era sencillo aproximarnos al evento temporal en el que murió Linya por lo que nos decidimos datar por 14C AMS un fragmento de peroné. Insistimos que en el laboratorio de radiocarbono se aplicara una rigurosa descontaminación previa para asegurar la pureza de la muestra. Este protocolo conocido como ultrafijación extrae el colágeno del hueso eliminando posibles infiltraciones recientes de 14C. Estas contaminaciones, habituales en las dataciones sobre hueso, afectan especialmente a algunos restos humanos que tras su fechado se demostró correspondían con intrusiones recientes incorporadas en contextos antiguos.
La datación obtenida –12310 + 40 BP (Beta-598946)– confirmaba su antigüedad, pero debía equipararse a años solares aplicando la curva de calibración IntCal20. Este resultado posiciona este evento en dos intervalos temporales: entre 14 808-14 708 calBP, y entre 14 466-14 091 calBP. Este segundo rango, con una probabilidad del 80%, indica que Linya murió entre 14,5-14,1 ka, al inicio del Tardiglaciar, un convulso del evento climático que sucede tras el final del Último Ciclo Glacial.
¿Linya fue enterrada?
Pensamos que si Linya llega hasta nuestros días es porque fue intencionalmente inhumada, o al menos depositada de forma voluntaria dentro del espacio configurado entre esos grandes bloques. La posición anatómica de los fémures, uno articulado con la cintura pélvica confirma que su cadáver extendido y boca arriba se entregó dentro de un recinto natural que tendría una finalidad funeraria. Sin embargo, la dispersión de huesos de los brazos en contacto las tibias o la ausencia del tronco y la cabeza no encajan que la imagen referida con una inhumación. Aunque infrarrepresentados, varios fragmentos óseos señalan que originariamente el esqueleto axial y cráneo estaban presentes en el momento en el que Linya fue depositada en el interior de ese cubículo.
Los incipientes análisis confirman la ausencia de marcas de corte o de impactos humanos sobre los huesos. Esta observación es interesante ya que el enterramiento secundario y el canibalismo en algunos casos son tratamientos mortuorios constatados durante el Paleolítico superior. Alternativamente, marcas de dientes compatibles con un pequeño carnívoro (¿zorro, tejón?) en ambas tibias sugieren el carroñeo activo sobre el cuerpo de Linya, provocando la movilización y destrucción de partes del esqueleto. Posteriores procesos implicados con la colmatación del depósito, la infiltración de raíces y la acción del sedimento tampoco beneficiaron la conservación de los restos humanos.
Estos argumentos dejan abierta la opción que fuera enterramiento intencional. Tampoco puede descartarse una muerte accidental entre los bloques, aunque de momento no se han reconocido traumas relacionados con su fallecimiento. Futuros estudios permitirán evaluar estos escenarios y disponer de un conocimiento más preciso sobre quien fue esa mujer. Sin duda, los restos de Linya advierten que el análisis de los patrones mortuorios durante el Paleolítico superior es una atractiva línea de investigación.
¿Qué futuro depara a Linya?
Varias líneas de trabajo relacionadas con Linya están en marcha. Está en curso una caracterización paleoantrópologica precisa de los restos someramente detallados en este artículo. La paleogenómica es otra línea prometedora que permitirá evaluar interacciones con otras poblaciones de Europa occidental entre 30 000-10 000 años, un inmenso arco lapso temporal en el que Linya generará informaciones relevantes. No debemos olvidar el contexto arqueológico en el que se recuperaron esos restos y del resto de ocupaciones excavadas en el sector V, que señalan la reiterada ocupación de ese espacio durante varios milenios. Estos conjuntos arqueológicos cronométricamente posicionados dentro una fase de cambio climático son de especial interés. Las transformaciones operadas en los ecosistemas afectaron a los habitantes del abrigo, lo que permite analizar la respuesta humana frente a situaciones de crisis ambiental, especialmente demandante tras el final del Último Ciclo Glacial.
Linya contiene un importante valor patrimonial. Representa uno de los vértices del interés que encierra Cova Gran de Santa Linya, pero no es el único. Este yacimiento que vertebra nuestra investigación conserva un potencial arqueológico clave para analizar los últimos 50 000 años de presencia humana en la cara sur del Pirineo. La desaparición de los Neandertales, la irrupción de Homo sapiens, la vida durante el Último Ciclo Glaciar, o la aparición de las primeras comunidades agropastoras son eventos históricos registrados entre los sedimentos de este espectacular abrigo. Transcurridos más de 20 años de trabajos continuados, Cova Gran ha generado y tiene que continuar generando información relevante que alimenta la actual discusión Paleoantropólogica internacional. Sin embargo, una de las enseñanzas de Linya es advertirnos del potencial que esconde este enclave localizado en las primeras estibaciones del Prepirineo de Lleida.
Esta ambiciosa investigación no sería posible sin la colaboración de diversas agencias claves en el desarrollo de este proyecto, como el Servei de Patrimoni Paleontològic i Arqueològic de la Generalitat de Catalunya y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Señalar el apoyo brindado por The Leakey Foundation en la recuperación de estos restos humanos, en un momento crítico en el que el COVID-19 se convirtió en una pandemia global. La Fundación Palarq ha sido sensible a nuestras demandas impulsando diversos proyectos implicados en la investigación de este yacimiento. Finalmente, agradecer el apoyo proporcionado por las gentes de Santa Linya que ha convertido este lugar en un elemento central de nuestras vidas.
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